miércoles, 25 de marzo de 2009

La Suma de las Fuerzas

Lleguè a este estilo de trabajo naturalmente, como se llega a una estaciòn de trenes en un viaje placentero, sin darnos cuenta.

Descubrì la palabra Coaching en una conversaciòn con un amigo y a partir de allì investiguè, leì, explorè, practiquè y experimentè acompañado por personas que fueron apoyàndome a lo largo del camino.

Guiado inicialmente por la intuiciòn fui descubriendo algunas claves que odio calificar como secretos, ya que no hay fòrmulas màgicas que puedan aplicarse para lograr un resultado C sumando A + B.

Cuando empecè a escribir la bitàcora de esta travesìa, fue inevitable bucear en el pasado para encontrar disparadores que me hayan impulsado a tomar este camino. ¿Liderè algo alguna vez? ¿Còmo resultò? ¿Eran muchos?

Eramos cuarenta que pertenecìamos a una de las secciones de las dos compañìasa de un batallòn y nos encontràbamos en plena fase de instrucciòn militar.

En uno de los eternos fines de semana en el cuartel se organizò un torneo con distintas disciplinas y la suerte no estaba de nuestro lado. El superior a cargo de nuestro grupo era un cabo primero peleado con la Humanidad y fundamentalmente con nosotros que formàbamos parte de ella y nos tenìa màs a mano, y bajo su consigna de ganar cada competencia o morir en el campo ejecutando los mal llamados movivmientos vivos, fuimos cayendo derrotados sistemàticamente en fùtbol, atletismo, salto en largo...

Cada equipo que perdìa salìa a los panzazos por el campo al obstinado ritmo de su silbato y su mala voluntad.

Cuando llegaba la noche, la ùltima competencia era cinchada y su discurso no cambiò la orientaciòn pero sì la gravedad: “Si pierden en esto, van a quedarse bailando toda la noche”. Entièndase que este baile militar nada tiene que ver con los civiles, que la ùnica mùsica es el silbato afinado a un ùnico tono y que al practicarlo uno se aleja del placer para entrar en el terreno del dolor.

Eramos quince y tomè el mando o la voz cantante con naturalidad. Los juntè en un abrazo y les dije: “Vamos a ganar. Vamos a ganar haciendo nuestro mayor esfuerzo coordinados. Yo voy a decir un, dos, ahora!!, y ahì tiramos hasta con el alma. Esta noche no seremos nosotros los que bailen. Fuerza y a festejar.

Ganamos las tres competencias y no cabìamos en nuestros malgastados uniformes de combate. Festejamos hasta que nos dieron las fuerzas. A partir de esa noche la secciòn me otorgò una jerarquìa que no contempla el còdigo militar en rango alguno, validado por haber liderado un èxito, lo que se dice una victoria en el campo de batalla.

Comprobè que èse ejercicio de coordinaciòn de fuerzas y arenga motivadora las teorìas de la fìsica que intentaron explicarme en la secundaria, y vislumbrè una parte de los principios que aplican algunos equipos para transformarse en invencibles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario