sábado, 22 de noviembre de 2014

Andate y no vuelvas


Si tu lugar de trabajo te hace recordar a la imagen que encabeza  este texto, si las horas que pasás allí, que son la mayor parte del día, te parecen interminables, si sentís que no aprendés nada nuevo, que tu función no contribuye a nada, que tu jefe es un burro con habilidades para colocarse un traje y corbata, que estás perdiendo el optimismo, la alegría, que tenés días en que no podés reconocerte en el espejo, andate. Andate y no vuelvas. No es para vos. Es para otra persona.

Los empleos no dan todo lo mismo ni puede realizarlos cualquier persona. Yo, por ejemplo, jamás podría ser bombero, y subirme a un camión a las disparadas para ir a rescatar a personas como yo de un incendio, juntar los restos de alguien como yo que lo atropelló un tren o se encuentra entre los fierros retorcidos de un auto en una autopista. Yo no podría trabajar en una funeraria. Pero hay gente que si . Hay gente que puede ser funebrero o bombero.

No descargues en la crisis el miedo al riesgo de cambiar  de trabajo. Más importante que la crisis mundial es la tuya. Porque no alcanzará el dinero para curarte las enfermedades que te ocasionará un lugar donde no estás a gusto ni cuando se celebra el fin de año. No está bien para tu familia tampoco, que noten como se te avinagra el humor, como repetís la misma cantinela, rebobinás los mismos rencores por quienes no te reconocen ni un poco de esfuerzo y menos de talento.

Andate. Andate y no vuelvas.

Si tu cara se ensombrece a diario de pesimismo, si cada conversación de trabajo es un alfiler que te atraviesa la frente, toda esa carga, esa pesadez, le da a tu cuerpo el rigor mortis antes de tiempo. Y comenzás a ser un fantasma antes de dejar de existir en este mundo, porque ya dejaste de existir en el tuyo. No es bueno para vos ni para tu compañeros que la rabia ande rebotando por los rincones.

A veces son cuestiones pasajeras, cambios de estructura o de la dirección que toma la empresa y hay que aceptarlas porque duran un tiempo, hasta que todos los engranajes encajen, hasta que se resuelva la dinámica. Pero si esto se mantiene y se agudiza, si la presión no tiene límites, si el futuro es sombrío y no tenés fuera del trabajo un hobby, un deporte, una pasión que te alimente el alma, no hay vueltas. Tenés que irte.

Pensalo, elaborá tu estrategia, andate en buenos términos y no como aquel que sueña con ganar la lotería solo para que a primera hora del lunes poder pararse a orinar el escritorio de su jefe.

Los trabajos cumplen ciclos en nuestra vida. Cuando sientas que el tuyo está cumplido, andate. Andate y no vuelvas.

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