sábado, 20 de junio de 2009

El método a medida

Los métodos de trabajo, los estilos de conducción, son como los trajes, se ciñen a una figura, uno se mira al espejo y se siente además de cómodo, elegante.

Después vienen las características personales, la impronta, los grados de obsesíón para admitir lo perfecto de un detalle, cierta conformidad para que no tenga la forma que queremos.

Cuando forzamos situaciones y no la vivimos con naturalidad, se nota, como se nota el calce de las ombreras, algunas arrugas que surgen al abotonar el saco que acabamos de ponernos.

No es bueno querer aplicar soluciones de manual, conceptos teóricos que no incorporamos, pretendiendo que la fórmula nos garantice un éxito inmediato. Quienes reciben el mensaje notan que como a quien no maneja con conocimiento un idioma nuevo, las palabras fluyen desarticuladas, sin orden, claridad ni coherencia.

Muchos líderes, pretendiendo agradar, lograr empatía con sus dirigidos hacen preguntas personales sin sentirlas, porque alguna vez escucharon o leyeron sobre la importancia de entablar conversaciones por fuera de la cultura de la organización donde trabajan.

Nuestros dirigidos aprenden a conocernos los gestos, e incluso, si alcanzamos el punto de su preferencia en cuanto a estilo de conducción, es posible que hasta nos imiten un poco, como alguna vez nosotros imitamos a quienes fueron nuestros referentes.

Es saludable y estimulante ver como se plasma una idea, como se construye poco a poco, como se enriquece con el aporte del toque personal de quien aplicó la receta pero le agregó sabores que sofisticaron las señales del paladar.
El traje que utilizaremos como lìderes se irà confeccionando con el tiempo, con mucho trabajo y dedicaciòn, con un anàlisis y un repaso del camino trazado, ajustando los detalles que lo hacen còmodo y a la vez elegante.

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