lunes, 29 de marzo de 2010

Lejanas promesas

Los jefes, los encargados, los responsables, los líderes tienen la posibilidad de ver los cambios que se avecinan en la organización y con esos cambios construir parte del futuro que va a ser determinante sobre la suerte de sus dirigidos.
Es alentador para los empleados saber que dentro de esos cambios está latente la posibilidad de un ascenso, un nuevo ingreso, una mayor responsabilidad en sus funciones.
Es altamente motivador que ese mensaje de futuro cercano encienda todos los motores de la expectativa.
Pero hay un riesgo. Cuando el adelanto se convierte en promesa, claudica con mayor peso que un contrato firmado ante escribano público.
Y si ese futuro comienza a diluirse el efecto es totalmente contrario a lo que se quiso propiciar como marco en un principio. El empleado deja de creer y pierde su líder el mas valioso crédito con el que cuenta a la hora de dirigir: la confianza.
Su mensaje deja de tener el peso que cada situación amerita y la suspicacia gana un espacio en la comunicación que es muy difícil de retomar con el viejo camino y con los viejos códigos.
Carlos Bianchi (técnico del multicampeón Boca Juniors) dijo una vez en una charla frente a empresarios que un entrenador debe tener palabra. Si le dice a un jugador "te voy a tener en cuenta para el plan de trabajo" debe darle en algún momento a ese jugador una oportunidad. Porque si luego pide para el puesto a otro jugador de otra institución, su capacidad de liderazgo queda en terapia intensiva.
Este mensaje fue claro y directo para los responsables de Recursos Humanos que había en la sala. Muchas veces las organizaciones hacen promesas sobre seguros ascensos y cuando llega el momento contratan para cubrir el puesto personas de otras empresas.
Los planes de trabajo de cada coach pueden ir o no en perfecta sincronicidad con los de la organizaciòn que lidera.

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