viernes, 7 de enero de 2011

Recompensa

Para los que quieran intentar: siempre vuelve. Siempre.

El último viernes de algún abril,  mi Equipo de Ventas organizó una cena de despedida a su jefe de aquellos años.

Fuimos a comer a un restaurant de Capital.
Fue una maravillosa cena de camaradería.
Antes que llegaran los postres, se acercó una moza y me entregó una caja forrada en terciopelo azul. La abrí.
Enmarcada en un cuadro con vidrio había una placa.
Pude leerla casi toda hasta el final.
El texto de la placa dice lo sieguiente:



a Roberto Molinari

El Equipo encontró en vos, el tiempo.
El tiempo para trabajar.
El tiempo para hablar.
El tiempo para pensar.
El tiempo para sentir.
El tiempo para reír.
El tiempo para llorar.
Por esos buenos tiempos y mucho más:
Gracias Molo


Tu Equipo de Ventas
2000 - 2007

Hubo un abrazo enorme con cada integrante. Entendí porqué no podía leer con claridad. No era la vista ni los lentes.
Debe ser una alergia.
Hace unos años, diría en el primer año de trabajo, uno de los dueños de la empresa me dijo: "Veo a los muchachos pinchados, poco motivados, no se qué pasa".
Me llamó la atención el comentario porque no era ésa mi lectura de la situación.
Armé una reunión de ventas que terminó con un ejercicio que llamé Scrum. Todos amuchados abrazados poniendo la mente en un problema a resolver sin decirlo y utilizando la fuerza de todos para hacerlo.
En la semana nos ibamos a llamar para ver qué había pasado.
Luego les dije: Muchachos, ahora vamos a tomar nuestros portafolios y nos vamos a formar como en la escuela y debajo de la oficina de quien hizo el comentario vamos a cantar Aurora.
10.30 PM Catorce vendedores y yo cantamos Aurora, una canción Patria un tanto lúgubre a viva voz.
La ventana de la oficina del directivo se abrió y él nos dijo señalándonos: Estos eran todos normales hasta que llegaste vos.
Una semana más tarde me preguntó porqué habíamos cantado Aurora esa noche.
- Porque a fin de año pienso cantar La Marcha de San Lorenzo que es más aguerrida y motivadora.


Cuando salimos del restaurant, uno de los integrantes, Santiago Veglienzone, abrió la puerta de su auto mientras repartía papeles.
Se formaron como un coro.
Desde el stéreo del auto empezó a sonar una fanfarria.
Alineados, cantamos a viva voz y ante el estupor de todos los que pasaban a esa hora La Marcha de San Lorenzo.
Quería contarlo como un artículo de diario, desprovisto de emoción y sentimentalismo.
Volví a casa con mi plaqueta y resonando la marcha y la imagen de todos nosotros.
Volvía a casa tratando de entender porqué me va a costar más de siete años procesar todo lo que me pasó en una noche.

1 comentario:

  1. POR DIOS LO QUE LOGRASTE,TANTOS AÑOS PASARON QUE TE FUISTE
    DE EMEBE QUE CONTENTA ME PONE SOS CREATIVO,INTELIGENTE,AMIGO
    COMPAÑERO SOLO TE FALTA CASARTE TE QUIERO MOLO

    Hilda

    ResponderEliminar