domingo, 1 de mayo de 2011

Modelos de Liderazgo: Mourinho-Guardiola

Mi amigo Ariel Armony, en su último viaje a Buenos Aires, trajo un libro de regalo debajo del brazo. “Mourinho versus Guardiola, dos métodos para un mismo objetivo”, donde sus autores, Juan Carlos Cubeiro y Leonor Gallardo, analizan las diferencias en los métodos de conducción que practican ambos entrenadores de fútbol.

Hay puntos indiscutibles. Ambos son exitosos en sus modelos, ambos logran equipos ganadores, eficaces, temibles. Ambos logran que sus dirigidos los escuchen, respeten y admiren, sobre todo porque reúnen ambos condiciones elementales para estar al frente de planteles de mucho peso por su cotización y por su explosiva aglomeración de egos y personalidades.

Siempre destaco que el entrenador de un equipo deportivo tiene notables parecidos con quienes dirigen grupos de organizaciones. Porque hay variedad en los puestos, porque no todos cumplen la misma función, porque el óptimo funcionamiento general hace al resultado de la organización y porque la conducción hacia los objetivos es una tarea donde se necesita reunir y sumar las voluntades en una sola.

Me llama la atención que quienes son dirigidos por estos dos emblemáticos entrenadores hablan maravillas de su aprendizaje y de sus mejoras como profesionales trabajando bajo sus órdenes.

Me llama la atención que para armar y desarrollar un concepto, hayan tomado la decisión en determinado momento de prescindir de algunas joyas indiscutibles que tuvo cada plantel.

Que con sistemas de trabajo casi opuestos en los entrenamientos y en lo que plasman sus tácticas y estrategias en el campo de juego tengan en común premisas fundamentales que hacen a un buen liderazgo y que los dos sean motivos de análisis en las nuevas ideas de management de las organizaciones.

En las conclusiones finales de este libro que profundiza y desmenuza aspectos de la personalidad de los dos entrenadores, la de Guardiola reservada y de bajo perfil, con nula exposición a la prensa y la de un Mourinho provocativo, desafiante y mediático, hay denominadores comunes que forman su columna vertebral como profesionales.

Fernando Ilharco, profesor de la Universidad Católica Portuguesa y coautor juno a Luis Lourenco del libro Liderazgo, las lecciones de Mourinho, sintetiza en 10 los mensajes para líderes del entrenador portugués:
  1. Pasión por lo que uno hace.
  2. Actualización constante.
  3. Coherencia, sólo exigir a los demás lo que nos exigimos a nosotros mismos.
  4. Subrayar el espíritu de equipo, nadie está por encima del grupo.
  5. Trabajo, mucho trabajo.
  6. Comunicación y empatía, las emociones decisivas.
  7. Adaptarse a la situación, intentando sacar partido de las circunstancias en todo momento.
  8. Carisma, un aspecto clave en una sociedad en donde es difícil prestar atención.
  9. Innovación y originalidad. Mourinho está reescribiendo cómo entendemos el fútbol.
  10. Liderazgo y gestión del equpo de forma global, prestando atención a todos los aspectos. En la alta competición son los detalles, el ambiente, la actitud, la ambición, los que maran la diferencia.

En Liderazgo Guardiola, los autores jugaron con las iniciales de su apellido resumiendo: Ganar, Unión, Audacia, Rigor, Diversión, Innovación, Optimismo, Liderazgo Humilde, Admiración. Iñazio Irizar publicó un decálogo Guardiola en su blog para entrenadores y líderes.
  1. Compromiso y fidelidad inquebrantable con un estilo e identidad de juego.
  2. El colectivo por encima de las individualidades: unidad y solidadridad.
  3. Disciplina: autoridad y normas de estricto cumplimiento.
  4. Confianza en la cantera: confirmación de nuevos valores.
  5. Cultura tàctica: capacidad en la lectura de los partidos, flexibilidad.
  6. Detallismo: escrupuloso estudio previo de cada rival.
  7. Persistencia en el trabajo: dedicación, esfuerzo y combatividad.
  8. Autoexigencia: insistencia y afán de perfeccionismo.
  9. Cultura de grupo: desayunos y comidas juntos, pero no más concentraciones.
  10. Humildad, ilusión, entusiasmo y respeto al rival.

“El secreto del éxito es la constancia en el propósito”

Benjamín Disraeli
 Tener una cultura teórica de nuestras decisiones prácticas, nos ayudan a enfocar la dirección de nuestro trabajo para alcanzar los objetivos.

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